miércoles, 2 de junio de 2010

LA CORRUPCION MATERIAL Y LA CORRUPCION MORAL

ACABAR CON LA CORRUPCION ES UNA DECISION DEL HOMBRE Y UNA ACCION DE DIOS.

En el Nuevo Testamento, en 2 De Pedro 1:4, encontramos la referencia exacta a lo que hoy conocemos como corrupción. Un significado general es “Traer o ser traído de una condición superior a una inferior”. Esta definición se refiere exactamente a: destrucción, decadencia, caducidad, podredumbre (Ro 8:21), corrupción moral y depravación. La corrupción en primer lugar es un proceso mediante el cual una persona deja de lado principios, valores y creencias que lo hacen un buen individuo y se va convirtiendo poco a poco en un sujeto que cree que progresa, que consiguió algo, aunque moralmente se esté deteriorando. Lo que no sabe es que se está autodestruyendo, está en plena decadencia, se está pudriendo, se está corrompiendo. El que nunca ha mentido y lo hace por primera vez, sin tener en cuenta que está haciendo mal, comienza un proceso de corrupción en su vida.

Es así en todo lo demás. El apóstol Pedro dice:  Pues su divino poder nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a la piedad, mediante el verdadero conocimiento de aquel  que nos llamó por su gloria  y excelencia, por medio de las cuales nos ha concedido sus preciosas y maravillosas promesas, a fin de que por ellas lleguéis a ser partícipes de la naturaleza divina, habiendo escapado  de la corrupción  que hay en el mundo  por causa de la concupiscencia. Resalto escapado, por que el término denota aquí una acción voluntaria. El cristiano escogió escapar (Arrepentimiento) de la corrupción y ahora mediante el conocimiento de Jesucristo, salimos de la corrupción y podemos llegar a ser participes de la naturaleza divina (En cuanto a los valores y principios morales característicos de Dios). Por otro lado, Dios nos transforma para que nuestra condición moral cambie. De corrupción a integridad (Santidad). Entonces, hay una acción humana y una acción divina. Esa es la respuesta a la corrupción. Ahora bien, la corrupción política (Termino bastante amplio)es necesariamente una expresión de la corrupción que hay en el corazón del hombre, solo que en este caso se refiere a actos ilegales, anti éticos y reprobables desde todo punto de vista, en contra del estado en primer lugar, y en segundo lugar en contra del pueblo en general.

La corrupción es tan vieja como la humanidad. Caín mato a Abel porque su corazón se corrompió y abandono sus principios morales. En el caso de Colombia o cualquier país del mundo, la gente se ha apartado de Dios y abandonado todo principio y valor. Es por eso que hay robos, homicidios, infidelidades, abortos,. Etc. Es claro entonces, que la corrupción más que cualquier acción es un estado del corazón del hombre. Cuando un candidato, no importa si es para la presidencia, senado, cámara, asamblea, etc, de un país promete acabar con la corrupción, simplemente está mintiendo, para el eso es una utopía y para el que lo cree es una ilusión sin fundamento. En la historia de Colombia muchos han prometido acabar la corrupción y nadie lo ha logrado. Es un engaño para lograr votos. Acabar con la corrupción tiene que ver con una decisión del hombre y una acción de Dios (Nuevo nacimiento).

Cuando alguien dice que va a acabar con la corrupción, en otras palabras está diciendo: “Soy Dios, tengo el poder de cambiar el corazón del hombre”, sin embargo hay un pequeño detalle: “Dios no quita la corrupción del corazón del hombre a menos que el hombre decida huir de ella”. En este escenario aun es más difícil. Un candidato que promete acabar con la corrupción, no solo está diciendo que tiene poderes solo atribuibles a Dios, sino también que puede obligar al hombre a que huya (Algo que ni siquiera Dios hace porque no tendría sentido que el hombre fuera moralmente bueno en apariencia pero malo en su corazón, igual a lo que paso con Israel: “Este pueblo de labios me honra pero su corazón está lejos de mi). Es muy diferente y más honesto que un candidato diga: Voy a luchar contra la corrupción en vez de voy a acabar con la corrupción.

El problema del hombre es que cree que puede arreglar todo sin recurrir a Dios. Nosotros los cristianos no podemos caer en ambigüedades cuando de conceptos espirituales se trata. Da tristeza ver como cristianos (En el caso de Colombia), muestran más pasión por un candidato presidencial que dice va a acabar con la corrupción que por aquel que de verdad puede acabarla. “Si queremos acabar con la corrupción, no esperemos a que un candidato lo prometa o pretenda hacerlo, el Evangelio constituye en el mejor antídoto para la corrupción.

Prediquemos a Cristo, ese es el que de verdad la acaba si se lo permitimos. “Id y haced discípulos, enseñándoles todas las cosas que os he mandado”: Jesús. En la práctica, siempre que haya personas dispuesta a dar comisiones por contratos, dinero por información privilegiada, por un trámite más rápido, por un documento urgente, a mentir o a manipular a otros en detrimento de los demás y para su propio beneficio siempre habrá corrupción. Acabar con la corrupción es trabajo y responsabilidad de cada uno. David decía: “Examíname oh Dios y conoce mi corazón, pruébame y conoce mis pensamientos y ve si hay en mi camino de perversidad y guíame en el camino eterno”, (Salmo 139:23-24. Que el Señor nos ayude.

Publicado por Bereano

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